Durante los dos últimos años, fundamentalmente a causa de los confinamientos y la menor movilidad, “se calcula que un 40% de la población que padecía problemas de colesterol no ha tenido un control adecuado”. Nos lo confirma la doctora Mª Rosa Fernández Olmo, presidenta electa de la Asociación de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).

Un problema que se ha acelerado a causa de la pandemia

El progresivo aumento de niveles de colesterol peligrosos entre la población general no es algo nuevo, aunque la tendencia se ha acelerado a causa de la situación social derivada de la pandemia, ya que todos hemos tenido dificultades para seguir una dieta cardiosaludable, mantener la actividad física, y hemos recurrido en muchas ocasiones a la cocina y la repostería, consumiendo alimentos no siempre de manera moderada… Además, colectivos como las personas mayores o algunos pacientes crónicos han sufrido especialmente las consecuencias del confinamiento y la saturación sanitaria.

La hipercolesterolemia no produce síntomas apreciables

Como explica la Fundación Española del Corazón, el colesterol es una grasa natural (lipoproteína) necesaria para el buen funcionamiento del organismo. Sin embargo, podemos hablar de dos tipos de colesterol: el “bueno”, que se produce al unirse la lipoproteína a la partícula HDL, transportando el exceso de colesterol al hígado para que sea destruido, y el malo”, que se produce al unirse las lipoproteínas a la partícula LDL, y se deposita en la pared de las arterias y forma las placas de ateroma (hipercolesterolemia).

Esta acumulación de colesterol “malo” no produce síntomas, y solo se puede detectar mediante análisis de sangre específicos. Como explica la doctora Fernández Olmo, “hay que realizar al menos uno en hombres a partir de los 40 años y en mujeres con más de 50 o en situación de posmenopausia. Si existen factores de riesgo asociados se debe de hacer un análisis de colesterol antes. Posteriormente se debe controlar cada 6 / 12 meses, salvo cambios o ajuste de tratamiento. En caso concretos, como por ejemplo tras eventos coronarios agudos, se debe realizar un control entre el primer y segundo mes”.

Las mujeres tras la menopausia deben cuidar más su corazón

“A partir de la menopausia, las mujeres tienen más riesgo de tener problemas asociados al colesterol, al igual que también hipertensión y obesidad, que antes de ella –explica la doctora Fernández Olmo– Es decir, hay mayor incidencia de los factores de riesgo cardiovascular cuando la mujer alcanza la menopausia”.

¿La clave para prevenirlo? Unos hábitos de vida muy sencillos

Nada de tabaco ni alcohol, para empezar. “La dieta y el ejercicio físico son fundamentales como base del tratamiento de los trastornos del colesterol –afirma la doctora Fernández Olmo a este respecto–. Debemos seguir insistiendo en la necesidad de medidas poblacionales para hacer prevención primordial y primaria y así reducir el riesgo asociado al colesterol que depende de los estilos de vida”.

Cómo mantener el colesterol a raya
La dieta mediterránea, a base de verduras, frutas y legumbres, ayudan a controlar el colesterol.

La dieta debe ser sin o muy pocas grasas saturadas (bollería industrial, aceite de palma, alimentos de origen animal como carnes rojas, vísceras, grasas de cerdo o cordero…) En concreto, la dieta mediterránea es perfecta para ello pues su aporte de grasas proviene fundamentalmente de los ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados presentes en el pescado y los aceites de oliva y de semillas. También es importante el consumo de vegetales, legumbres, cereales, hortalizas y frutas. Especialmente recomendables son: el aceite de oliva, la manzana, la zanahoria, el zumo de uva, el zumo de frutos rojos, ajo, tomate, nueces, brócoli, fresas, té verde, cúrcuma y semillas de chía. En cuanto a las cocciones, debemos priorizar el horno, el vapor, el hervido y la plancha con poco aceite.

El ejercicio es otro de los factores determinantes, ya que la práctica habitual –120 / 150 minutos semanales– de un deporte o actividad física moderada y adecuada para cada persona mejora la capacidad pulmonar, el sistema cardiovascular y los niveles de colesterol y de tensión arterial. Solemos entender como moderada una actividad que permita hablar sin parar el movimiento.

Medicación, solo bajo estricto control médico

El problema, según la doctora Mª Rosa Fernández Olmo, es que” en función del riesgo cardiovascular que presente cada individuo, necesitamos bajar los niveles de colesterol LDL en mayor o menor cuantía”.  Los cambios de estilo de vida ya apuntados suponen en general una reducción de los niveles plasmados del 20%, por lo tanto en casos en los que la reducción necesaria sea mayor, será necesario acudir a la medicación. “Además, en una proporción no despreciable, los niveles de colesterol vienen marcados genéticamente. Por tanto, debemos utilizar terapias farmacológicas que nos permitan llegar a niveles de colesterol adecuados de forma individual”. 

La diabetes, la obesidad, o las etapas de embarazo y menopausia en las mujeres suponen distintos niveles de alteración de los niveles lipídicos en sangre que deben ser valorados y tratados de forma también individual por parte de un especialista.

Estos son los niveles de colesterol aceptables

  • Normal: menos de 200 mg/dl
  • Normal-alto: entre 200 y 240 mg/dl.

*Se considera hipercolesterolemia a los niveles de colesterol total superiores a 200 mg/dl.

  • Alto: por encima de 240 mg/dl

(Fuente: Fundación Española del Corazón)