Después de sufrir dos infartos, Tomás Fajardo considera que el empoderamiento del paciente es determinante en la recuperación. Secretario de la asociación Cardioalianza, tuvo el primer infarto a los 48 años y no era el primer caso en su familia. Dos años antes, su hermano mayor había fallecido a consecuencia de este accidente cardiovascular, y había constancia de otros antecedentes familiares.

“No llevaba una vida estrictamente sana -nos cuenta Fajardo-. En mi día a día llevaba una vida sedentaria y con estrés. Era ejecutivo de un banco y nunca fui una persona deportista. Comía fuera a diario, me medicaba por el colesterol… Al sufrir el primer infarto me asusté mucho y mi vida cambió a corto plazo, pero luego te ves metido en la rutina laboral de siempre, sigues tu medicación y revisiones, y crees que no te va a volver a pasar. Pero sucede». ¿Cómo impedirlo? La clave está en que el paciente acepte la situación y tome las riendas de su tratamiento.

Pensar que no volverá a ocurrir entraña un gran riesgo

Nueve años después del primer infarto, con 57 , Tomás sufrió el segundo y ahí su actitud cambió totalmente. “Con dos infartos no podía seguir con el ritmo que llevaba -continúa Tomás -. Aproveché que mi sector estaba haciendo prejubilaciones y me acogí a esta opción. Me costó un poco al principio porque era muy activo, pero lo suplí con temas de voluntariado y en concreto con la atención a enfermos del corazón. No tenía nada que ver con lo que había hecho en mi vida laboral, pero por otra parte tenía el aliciente de que lo vivía intensamente, porque yo mismo era un paciente. Primero fui presidente durante cuatro años en una asociación local en Gerona, donde vivo, y después surgió la oportunidad de fundar Cardioalianza, con la que colaboro desde hace ocho años”.

El empoderamiento del paciente desde las asociaciones

Cardioalianza es una agrupación de pacientes cardiovasculares, que aglutina 16 organizaciones de enfermos y familiares de ECV en toda España, ofreciendo más de 51 puntos de atención dedicados a mejorar su calidad de vida.

Como secretario de esta asociación, Tomás está muy comprometido con sus objetivos, entre los que destaca el asesoramiento, la colaboración con agentes socio sanitarios para mejorar la atención del paciente y el promover una actitud positiva respecto al tratamiento y los hábitos de vida cotidianos. Como explica al atender esta entrevista, son cosas que le hubiera gustado tener él cuando sufrió su primer accidente cardiovascular.

P. ¿Podría haber evitado el segundo accidente cardiovascular?

R. Después del primer infarto, yo siempre encontré a faltar el apoyo psicológico. No tanto porque me encontrara mal psicológicamente, sino porque necesitaba a alguien que me hubiera hecho ver que mi vida, a partir de ese momento, había cambiado. Tendría que haber sabido que yo iba a ser, como soy ahora, un enfermo crónico, que tengo que tomar medicación de por vida, y hacerme las revisiones sin falta; pero eso nadie me lo dijo, esa es la verdad.

«Hay que recordar que aunque te hayas recuperado, eres un paciente crónico, y que el accidente cardiovascular puede volver a suceder»

Ahora, Tomás lleva una vida prácticamente normal, las restricciones en su día a día son mínimas, pero recuerda que cuando tuvo el primer infarto le habría gustado tener más información y que le hubieran ayudado, por ejemplo, con la gestión del estrés.

Recuerda que entonces,  «al principio caminaba, pero luego dejé de hacerlo… Volví a la rutina que tenía antes y eso es lo que hay que evitar. Hay que ser consciente de que es una cosa que te puede volver a pasar, y además con consecuencias muy graves».

P. ¿Qué implicaciones tiene para la familia?

R. A nivel familiar la implicación es importante. Mis hijos -tengo dos hijos y tres nietos- enseguida tuvieron conciencia de la herencia que les dejaba. Incluso uno de mis nietos de 8 años, que tiene un poco de colesterol, está muy mentalizado de la alimentación que tiene que llevar.

Sabe que debe tomar mucha fruta, más verdura, y no consumir tantos fritos. Mis hijos, por suerte, los han educado muy bien. Dentro de mi círculo de amigos, siempre soy la persona de referencia, me consultan mucho. Por mi carácter optimista y la información que he ido recogiendo en estos ocho años como enfermo, siempre soy la referencia para ellos.

P. ¿Qué ofrece Cardioalianza a los pacientes y familiares?

R. La asociación nació con la idea de ser una plataforma a nivel nacional de los pacientes enfermos del corazón. Siendo la enfermedad cardiovascular la primera causa de mortalidad en España, hay otras patologías como puede ser el cáncer que tienen mucha más visibilidad y consideramos que es una situación a trabajar. Uno de los objetivos de Cardioalianza es dar visibilidad a los enfermos del corazón y, por otra parte, dar voz a los pacientes. Queremos aunar la voz de muchas asociaciones frente a la administración pública, ante la industria privada… Procuramos unir esfuerzos y dar visibilidad en las 17 comunidades autónomas.

P. ¿Cuáles son las reivindicaciones más importantes?

R. El objetivo es mejorar la calidad de vida del paciente. Colaboramos en estudios sobre hipercolesterolemia, hipertensión, hábitos de vida saludable… Estamos también en el Plan Nacional de la Cardiopatía Isquémica sobre el que se ha pronunciado el Ministerio de Sanidad. También queremos concienciar a las familias de que un niño con obesidad hoy es un paciente de corazón en potencia el día de mañana. En España, hay un 25 % de niños con obesidad.

Muchas enfermedades cardiovasculares, como las cardiopatías isquémicas y los infartos, se podrían evitar con dos cosas que están en nuestra mano: la alimentación y la vida sana en cuanto a la práctica de ejercicio físico. Hoy los niños están mucho en casa con las tablets, y hay muchos casos de vida sedentaria. Hacemos charlas, videoconferencias, tenemos un congreso anual y tocamos todos los temas siempre desde el punto de vista del paciente y su calidad de vida.

P. ¿Ha habido mejoras en la atención del paciente?

R. Por supuesto, hay una cosa que a mí me ha ayudado mucho y es ver el empoderamiento del paciente. Aunque el otro día un médico me decía que hay pacientes que quieren saber y otros que no, yo creo que cada día hay más gente que quiere saber lo que tiene. Porque conocer la enfermedad y sus consecuencias, saber cómo te está afectando, te ayuda a combatirla y superarla.

El empoderamiento te ayuda a cuidarte mejor. Yo soy hijo de médico, precisamente, y en los años 60 el médico hablaba a sus pacientes con un idioma que ellos no entendían. Esto ha cambiado muchísimo; ahora el paciente quiere saber, y los médicos están de acuerdo con esto. En la web de Cardioalianza, ofrecemos mucha información contrastada, por médicos, laboratorios, y entidades como la Fundación Española del Corazón.

Para las personas sanas, que no padecen del corazón, Tomás Fajardo tiene un consejo, y es que recuerden que la enfermedad cardiovascular es la primera causa de mortalidad. Supone alrededor de un 35% del total -si contamos los ictus – pero contamos con recursos para prevenirla y llevar una vida sana e interesante.

La alimentación sana no es aburrida, y llevar una vida saludable, hacer una caminata diaria de unos 40 minutos (no pasear de tiendas), que está al alcance de cualquiera, sienta bien siempre. “Hay un hecho alarmante y es que la edad media de los infartos está bajando -afirma Tomás Fajardo-, y que ahora las mujeres sufren más infartos que los hombres, con síntomas diferentes al de los varones y con pronóstico peor. Desde la asociación estamos trabajando mucho en este tema. La prevención y la prevención secundaria son clave”.

Qué me salvó en los dos infartos

  • Ir a urgencias inmediatamente. “La atención fue perfecta en los dos casos -explica Tomás Fajardo-. Mi hermano había fallecido un año antes y conocía bien los síntomas, porque me los habían explicado. Noté un dolor profundo en el pecho, en las mandíbulas -en las ‘barras’, dicen los médicos- y un sudor frío. No era un dolor de decir no lo puedo aguantar, pero sí era un dolor fuerte y potente. Enseguida me llevaron a urgencias. Cuando expliqué los síntomas, di las referencias de mi hermano, me estabilizaron y a la hora de estar en urgencias me confirmaron el infarto, y me dijeron la pauta a seguir entonces. Fue un infarto fuerte, hubo taponamiento 100 % ; me salvó ir enseguida a urgencias y explicarlo”.

  • Un 5 por ciento de margen. “El segundo infarto, al cabo de 9 años, me cogió trabajando por la tarde – continúa el secretario de Cardioalianza- y desde el primer momento lo negué interiormente. Me decía: ‘esto no me puede estar pasando a mí, esto no es nada’. Estaba a 30 kilómetros de mi domicilio, con una caravana inmensa. Fui a casa, no dije nada porque no me creía que sucediera otra vez, hasta que me di cuenta de que no me podía ir a la cama con ese dolor. Me llevaron otra vez a urgencias y me llamaron la atención por no haber acudido antes siendo reincidente. Los síntomas eran parecidos, tenía más dolor en los brazos que en el pecho y un sudor frío. Me salvó que tenía un 95 % de taponamiento de la vena, lo que llaman un infarto abortado, pero pudo costarme la vida porque tardé 3 horas en ir al hospital. La conclusión es que al primer síntoma debes ir a urgencias, y si eres repetidor ya conoces el síntoma. Aunque no hay que obsesionarse”.