Las grasas trans ponen en grave riesgo nuestro corazón, pero a menudo desconocemos que las estamos consumiendo. Esto sucede bien por falta de información sobre alimentación saludable, bien porque el etiquetado de los productos que compramos no siempre indica su presencia con claridad.

Ahora, con motivo de la publicación del Informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la eliminación mundial de grasas trans 2022 -Cuenta atrás para 2023, la Fundación Española del Corazón (FEC) recuerda que la alimentación es un importante factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y explica, en concreto, por qué las grasas trans son perjudiciales para el corazón.

Un 34 por ciento más riesgo de muerte

La evidencia sobre los efectos perjudiciales de los ácidos grasos trans a nivel cardiovascular es amplia, como recoge la OMS: el alto consumo de este tipo de grasa aumenta considerablemente -un 34%- el riesgo de muerte por cualquier causa y un 28% las muertes por cardiopatías coronarias.

Según este organismo, la ingesta de grasas trans es responsable de más de 500.000 muertes prematuras al año en todo el mundo por cardiopatías coronarias.

¿Cómo afecta el consumo de grasas trans al corazón?

La causa es que las grasas trans tienen unos efectos claramente nocivos en la salud cardiovascular. Por un lado, la ingesta de ácidos grasos trans incrementa la concentración del colesterol LDL, también conocido como ‘colesterol malo’, por ser el más perjudicial, y disminuyen la concentración del colesterol HDL o ‘colesterol bueno’, que es más beneficioso.

Además, el consumo de este tipo de grasas se asocia a un aumento del nivel de triglicéridos y también a procesos inflamatorios. Todo esto tiene un papel importante en el desarrollo de la diabetes y la aterosclerosis, la peligrosa enfermedad invisible, que a su vez incrementan el riesgo cardiovascular.

Qué son las grasas trans y dónde se encuentran

Los ácidos grasos trans provienen de dos fuentes: una natural y otra artificial o industrial. La fuente natural proviene de los animales rumiantes como la vaca, la oveja o la cabra. Aproximadamente un 5% del consumo total de ácidos grasos trans que consumimos proviene del consumo de grasa de rumiantes, a través de productos como la mantequilla, la crema,  la nata, la leche entera y la carne grasa.

Por otro lado, la fuente industrial de ácidos grasos trans ocurre al hidrogenar parcialmente aceites vegetales. Mediante un proceso de hidrogenación logran mejorar el sabor, la textura y la durabilidad de los alimentos cocinados o elaborados con ellas. Si bien algunos alimentos pueden tener grasa trans de manera natural y esta no es provocada siempre por procesos tecnológicos, este tipo de grasa se encuentra principalmente en productos procesados.

Los alimentos procesados esconden grasas trans

Como orientación para evitar la ingesta de grasas trans, debes saber los alimentos procesados que suelen llevar este tipo de grasas tan perjudiciales para tu corazón pueden ser:

  • La bollería industrial: galletas, bizcochos, pasteles y natas.
  • Productos precocinados: barritas de pescado, pizzas, empanadillas, barritas de pollo.
  • Aperitivos salados: palomitas, cortezas, snacks de queso…
  • Salsas y helados industriales.

Con esto no queremos decir que no consumas jamás una rica pizza o un dulce. Puedes comer un pastel en momentos señalados y hacer tu propia pizza con ingredientes naturales, tanto la masa como la salsa de tomate y resto de ingredientes. La clave es reducir lo más posible el consumo de procesados y seguir como norma la dieta mediterránea, que propone alimentos frescos y control de grasas y dulces.

Cómo descubrir las grasas trans en las etiquetas

Aunque desde abril de 2021, está en vigor el Reglamento europeo 2019/649 que limita las grasas trans industriales a un máximo de 2 gramos por cada 100 gramos de grasa, no es fácil encontrar información clara en los etiquetados de los alimentos que reflejen el respeto a esta normativa.

Sigue la dieta mediteranea y evita las grasas trans

Evita alimentos procesados y opta por la cocina casera para evitar grasas trans.

De hecho, evitando la mención a las grasas trans, podemos encontrar referencias a grasas hidrogenadas, término que indicaría su presencia pero que el público aun desconoce.

Por otro lado, en Europa hay hasta 6 tipos de etiquetados creados con el objetivo de promocionar la alimentación saludable, como puede ser Nutriscore, el semáforo o el sello del corazón, pero ninguno es perfecto. Bien porque la categorización de los alimentos es demasiado general, bien porque solo hacen referencia al producto y no a la cantidad o la frecuencia de su consumo.

El riesgo de las grasas trans es mayor para algunas personas

Por este motivo, la mejor prevención, es reducir el consumo de grasas de origen animal y en todo lo posible los alimentos procesados mencionados anteriormente.

Es importante señalar además, que hay grupos poblacionales que deben tener especial cuidado, como son las que ya tienen algún factor de riesgo que aumenta las posibilidades de tener un accidente cardiovascular. Por ejemplo, los diabéticos, los hipertensos, las personas con sobrepeso y las que tienen el colesterol alto.

Además, los expertos alertan de la vulnerabilidad de las personas con pocos recursos, para los que es más económico acudir a la comida basura, rica en grasas trans, que a productos frescos y saludables.

PACTOS por tu corazón, la campaña que te cuida

En la campaña ‘Pactos por tu corazón’, lanzada por la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y la Fundación Española del Corazón (FEC), se pone foco en los principales factores de riesgo cardiovascular, entre ellos la alimentación, o más precisamente, la mala alimentación.

Cada una de las letras de la palabra PACTOS hace referencia a uno o más de esos factores de riesgo: P (presión arterial), A (alimentación), C (colesterol y contaminación), T (tabaquismo), O (obesidad), S (sedentarismo y salud emocional).

“Frente al consumo de grasas trans debemos apostar decididamente por la dieta mediterránea, que es la que más beneficios ha demostrado a nivel cardiovascular, reduciendo en un 30% el riesgo de enfermedad cardiovascular. Debemos introducir en nuestra dieta diaria verduras, legumbres, frutas, productos lácteos, cereales y aceite de oliva”, explica el Dr. Andrés Íñiguez, presidente de la FEC.

A través de esta campaña, la SEC y la FEC invitan a la población a hacer un pacto por su corazón, comprometiéndose con el cuidado de su salud cardiovascular a través del control de los factores de riesgo cardiovascular.